Hoy, 23 de abril, es una fecha muy especial. Se celebra el Día del Idioma Español y también el Día de la Lengua Inglesa. Y yo, que vivo entre esos dos mundos, como traductora, como hablante, como amante de las palabras, no puedo evitar hacer una pausa y reflexionar.
El idioma con el que nacemos no es solo una herramienta para hablar. Es la primera forma que tenemos de entender el mundo. Es nuestra raíz. Es la voz de nuestros afectos, la manera más pura que tenemos de pensar, de sentir, de conectar. El español es mi idioma materno, y por eso, para mí, es hogar. Me moldea. Me estructura. Me da un ritmo interno para expresarme, para sentir, para conectar.
Pero cuando uno aprende otro idioma, algo mágico sucede: se ensanchan los bordes de nuestra forma de pensar. El inglés fue, para mí, una puerta que se abrió a otras maneras de mirar la vida. Aprenderlo no fue solo incorporar palabras nuevas, fue también descubrir otras formas de saludar, de debatir, de emocionarme, de reír, de ver el mundo y de relacionarme con otras personas. Y eso me transformó.
Como intérprete, tengo el privilegio de sumergirme a diario en esos mundos. No solo traduzco palabras: me meto en los gestos, en los tonos, en los contextos. Interpretar es vivir entre culturas, tender puentes invisibles que hacen que lo que alguien dice en un idioma, otro pueda sentirlo en el suyo.
Por eso hoy quiero honrar ambos idiomas. Mi español, que me da raíces. Y mi inglés, que me dio alas.
Y celebrar este día recordando que cada lengua es una manera única de mirar la vida. Que cuando hablamos en el idioma del otro, lo hacemos sentir en casa. Y que cuando nos abrimos a otras lenguas, también nos abrimos al mundo.
¿Vos también vivís entre idiomas? ¿Qué descubriste de vos mismo al aprender otra lengua? Contame, me encantaría leerte. 😊